Hay heridas que no sanan, que siempre se encuentran ahí; nuestros demonios, los claroscuros de nuestra vida. Se encuentran
ahí hasta que una situación, persona o sentimiento vuelven a aflorarlos en la superficie.
A veces son cosas que para otro no tendrían ninguna importancia o que lo vería una tontería pero que para ti, en ese instante te ha trasladado a una cárcel. Que
te vuelves a sentir con las
alas encadenadas en una sensación que creías vencida . Pero que por ese instante te desborda, como si esa herida se volviera a abrir y sangrará.
Como si nunca se hubiera cerrado,
como si siempre hubiera estado ahí, esperando
ese momento para volver a dejarte sin respiración. Y te preguntas por qué no te
armas de valor y luchas contra ello, pero toda persona tiene sus fantasmas,
aquellas cosas con las que no puede luchar.
La otra cara de la luna, aquello que no suele dejar salir a la luz , ni siquiera la de una vela . Aquello
que intenta que no la defina pero que aun así forma parte por pequeña que sea
de su vida y intenta arrancarlo como una mala hierba pero se reproduce cada vez
que se da la vuelta .
En ocasiones intenta tapar con millones de diamantes y
objetos brillantes que atraigan la mirada hacia otro lado o que maquilla cada
cicatriz que le queda de esa historia de su alma.
...Mery
Interesante Mery, esas heridas que no se cierran y que vuelven cuando menos las esperas. Se trata de vivir el ahora dejando el pasado atrás para poder avanzar.
ResponderEliminarUn saludo
Muy cierto hay que dejar el pasado y esos fantasmas aunque a veces nos pillan desprevenidos. gracias por pasarte !
Eliminarun saludo